Aquellas ideas que sigilosamente se acercan peligrosas sobre aquella mente débil y ambiciosa. Provocando un tenue deseo pasajero, que codiciosamente debe ser saciado para lograr su tranquilidad antes de ser llevados a la pronta locura en un breve tiempo.
Mi pequeño mortal, cuantas veces has sido tu quien llevado por sus caprichos, ha tomado decisiones egoístas y arrancado deseos ajenos. Enceguecido, a llenado su vida de codicia y ambiciones vacías.
Tan débil e insignificante para observar a través de sus verdaderos deseos, y solo conseguir aquella tenues ilusiones. Y aun ello, aquellos mortales convertidos en presas fáciles de la ira al no lograr lo que desearon, negándose a la realidad y creando una alterna ante sus ojos en la cual siempre salieran victoriosos. Es siempre ello lo que eligen los débiles mortales.
Deseos pasajeros y vanos, algunos reemplazados fácilmente por otros antes de ser culminados... caprichos que envuelven al mortal en sus propias redes, cayendo una y otras en su ambición vacía. Brillantes ante la lejanía y vueltas en simples cristales ennegrecidos al obtenerlos, desechados en tan poco tiempo que parecieran simples espejismos.
Cuan divertido resulta verlos, llevados a la ira... cegados destruyendo todo aquello a su alrededor, pequeños e infantiles gestos, transformados en horrorosas visiones de muerte y locura todas ellas provocadas por su propia mente. Curiosa forma de verse atrapados en la infinidad de sus laberintosos caprichos.
Mi pequeño mortal, cuantas veces has sido tu quien llevado por sus caprichos, ha tomado decisiones egoístas y arrancado deseos ajenos. Enceguecido, a llenado su vida de codicia y ambiciones vacías.
Tan débil e insignificante para observar a través de sus verdaderos deseos, y solo conseguir aquella tenues ilusiones. Y aun ello, aquellos mortales convertidos en presas fáciles de la ira al no lograr lo que desearon, negándose a la realidad y creando una alterna ante sus ojos en la cual siempre salieran victoriosos. Es siempre ello lo que eligen los débiles mortales.
Deseos pasajeros y vanos, algunos reemplazados fácilmente por otros antes de ser culminados... caprichos que envuelven al mortal en sus propias redes, cayendo una y otras en su ambición vacía. Brillantes ante la lejanía y vueltas en simples cristales ennegrecidos al obtenerlos, desechados en tan poco tiempo que parecieran simples espejismos.
Cuan divertido resulta verlos, llevados a la ira... cegados destruyendo todo aquello a su alrededor, pequeños e infantiles gestos, transformados en horrorosas visiones de muerte y locura todas ellas provocadas por su propia mente. Curiosa forma de verse atrapados en la infinidad de sus laberintosos caprichos.
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