jueves, mayo 15, 2008



Abro los ojos después de un largo sueño, y ahí estás.

Me miras con tus ojos negros carentes de pupilas y expresión, y me regalas esa

sonrisa que te caracteriza, tan fría y sin sentimiento.


Te acercas a mis oídos y susurras, siento tu fría mano rozando mis ropas y te

detienes en mi pecho, no dejas de mirarme.


Esa mano tan fría, atraviesa mis carnes, entonces detienes mi corazón llevándome al

éxtasis.

Mis ojos se desorbitan un poco y mi corazón no late, llevándome a tu nicho, pierdo

la razón y te regalo ese último suspiro...


De repente, mi muerte, te detienes. Al final de ese camino, no existe luz alguna

sólo tinieblas. La curiosidad me tienta, entre tantas llamas veo tu figura y me

atrevo a seguirte.


Vas muy rápido, no te detienes y cuando logro alcanzarte, simplemente me dices que

no es aún mi tiempo y sueltas mi mano.


¿Me dejas de nuevo a la deriva?, contestarme, da me una respuesta porque en el fondo

de mi ser se que quiero estar en ese mundo sin aire.

Siento una mano tibia tocando mi cuello, buscando pulsaciones;

entre nada, escucho

algunas voces diciendo que sigo viva pero ¿realmente lo estaré?

No hay comentarios: