Cuanta mortalidad puede derramar un inmortal con el simple deseo de volver nuevamente a la muerte... aferrarse a ella con ferviente pasión cayendo presa de su propia locura... deseando desaparecer su propia conciencia, aquella que ha logrado mantener la cordura en la mente desesperada...
La añoranza de la mortalidad perdida, el perfecto anhelo de la desesperación eterna... el regreso al pasado de otra existencia ya irrecuperable. Simples palabras mencionadas en el ocaso del inmortal, nada ciertas y sin embargo tomadas como verdades absolutas para ocultar aquella tormenta desatada en su interior.
Simples justificaciones para convertir su deseo de muerte en una gloriosa despedida. Su arrogancia cubriéndose de excusas ridículas que nadie mas lograría creer. Abrazando aquellas vidas que ha tomado, como cadenas de condena llevándolo a la locura inevitable.Cerrando sus pasos entre las paredes de la falsa mortalidad que ha creado, sufriendo lo insufrible solo para vanagloriar sus desgraciados recuerdos.
Insignificantes seres en quienes su inmortalidad ha sido burlada, y transformada en una penosa condena que han de llevar sobre sus hombros. Torturándolos en innumerables momentos durante lo que conocen como eternidad.
Abrazando constantemente aquellos rostros, pronunciando perseverantemente aquellos nombres. Atándose a si mismos, buscando permanecer en aquel corto tiempo y desaparecer con aquellos mortales con quienes se han visto envueltos. Quedándose convertidos en la nada que inunda su mente.
Observa quienes somos... mide nuestra fuerza... reclama ante los cielos si eso logra conservar tu cordura, pelea si lo deseas contra tu propia existencia asegurándote de ganar ante ella. Silencia aquellas desquiciantes voces que logras escuchar cuando arrebatas una vida mortal.Conserva aquel orgulloso y prepotente poder que poseemos, mostrándolo como signo de nuestra propia existencia.
La mortalidad no es otra que un simple recuerdo vago del comienzo, uno incierto que apenas es visible ante el largo camino que recorremos. Un lugar que solo implica la muerte del inmortal, no existe mayor condena que ella. Perderse entre lo que se ha olvidado, recorrer caminos que simplemente quedaron cerrados en una mente ya desvanecida.
La añoranza de la mortalidad perdida, el perfecto anhelo de la desesperación eterna... el regreso al pasado de otra existencia ya irrecuperable. Simples palabras mencionadas en el ocaso del inmortal, nada ciertas y sin embargo tomadas como verdades absolutas para ocultar aquella tormenta desatada en su interior.
Simples justificaciones para convertir su deseo de muerte en una gloriosa despedida. Su arrogancia cubriéndose de excusas ridículas que nadie mas lograría creer. Abrazando aquellas vidas que ha tomado, como cadenas de condena llevándolo a la locura inevitable.Cerrando sus pasos entre las paredes de la falsa mortalidad que ha creado, sufriendo lo insufrible solo para vanagloriar sus desgraciados recuerdos.
Insignificantes seres en quienes su inmortalidad ha sido burlada, y transformada en una penosa condena que han de llevar sobre sus hombros. Torturándolos en innumerables momentos durante lo que conocen como eternidad.
Abrazando constantemente aquellos rostros, pronunciando perseverantemente aquellos nombres. Atándose a si mismos, buscando permanecer en aquel corto tiempo y desaparecer con aquellos mortales con quienes se han visto envueltos. Quedándose convertidos en la nada que inunda su mente.
Observa quienes somos... mide nuestra fuerza... reclama ante los cielos si eso logra conservar tu cordura, pelea si lo deseas contra tu propia existencia asegurándote de ganar ante ella. Silencia aquellas desquiciantes voces que logras escuchar cuando arrebatas una vida mortal.Conserva aquel orgulloso y prepotente poder que poseemos, mostrándolo como signo de nuestra propia existencia.
La mortalidad no es otra que un simple recuerdo vago del comienzo, uno incierto que apenas es visible ante el largo camino que recorremos. Un lugar que solo implica la muerte del inmortal, no existe mayor condena que ella. Perderse entre lo que se ha olvidado, recorrer caminos que simplemente quedaron cerrados en una mente ya desvanecida.